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9 pasos a seguir cuando el colegio y el hogar se convierten en el mismo lugar

Junio 9,  2020  |  Por María Jesús Caballer & Enric Juan Redal

Estamos felizmente acostumbrados a llevar a nuestros hijos o nietos a la escuela y depositamos en los docentes la confianza de afianzar las ilusiones que la educación inspira y recrea. No concebimos que nuestros niños y niñas dejen de acudir a los centros educativos, pero en ocasiones la cruda realidad se impone y lo que parecía imposible tiene lugar: los niños y las niñas deben dejar de ir al colegio por la propagación de un virus. Entonces, es el momento de poner en práctica la paciencia infinita de padres y abuelos, y de toda la organización familiar ya que dedicar tiempo a los pequeños, además de a limpiar la casa, comprar la comida, cuidar las recomendaciones sanitarias…, se convierte en un gran objetivo que no fácil de llevar a cabo. Así, para acompañar a las familias en esta situación circunstancial proponemos algunas rutinas. Los niños deben darse cuenta de que toda la familia decide seguir un plan, de que la rutina no es algo que se les impone exclusivamente a ellos. Una vez todos de acuerdo, proponemos organizarnos a través de las siguientes 9 prácticas:

 

La higiene matinal (lavarse los dientes, ducharse, vestirse). No hay que dejarse llevar por la pereza; evitemos vestir la ropa del día anterior o pijamas. El desayuno debe hacerse en compañía de los otros miembros de la familia y enseguida repetir la higiene dental y de manos. 


La reunión familiar para establecer el orden del día, repartir las tareas, comentar opiniones u organizar el espacio de la casa. Es conveniente decir en voz alta los propósitos de la jornada.


El ejercicio físico debe convertirse en el primer juego de la mañana (gimnasia, baile al son de la música). 


El tiempo de lectura. Aconsejaremos que cada uno lea lo que considere conveniente. Después, cada lector contará a los demás lo que ha leído. 


El tiempo para escribir un cuento, una historia o un diario, en silencio. La estancia obligada en casa nos puede ayudar a escribir un diario sobre las emociones vividas en familia. Si en la escuela se solicitaron deberes podemos aprovechar el tiempo de lectura o de escritura para trabajar en ellos.


El rincón personal. Es conveniente establecer un ratito de intimidad para que cada uno haga lo que estime conveniente.


La actividad comunitaria. Cada niño, hasta los más pequeños, tendrán una responsabilidad: ayudar a poner la mesa, fregar los platos, ayudar a tender la colada, barrer el suelo, ordenar los libros, etc. También se puede plantear un proyecto colaborativo como crear un sencillo espectáculo o preparar una exposición de dibujos.


Actividades extra curriculares como cantar o crear un coro con los hermanos es un buen ejercicio familiar. Es el momento de aprender canciones populares de los abuelos. También, canciones actuales prestando atención a la melodía, la entonación y la letra. Se puede buscar una canción que se convierta en el símbolo familiar de los días de confinamiento por el coronavirus.


Jugar con los demás. Jugar al baile de la silla, a esconderse, al pan quemado, al ajedrez, a resolver rompecabezas, o a cualquier juego que seamos capaces de inventar. Su creación nos permitirá divertirnos y aprender de los otros
Y antes de darnos las buenas noches podemos reunirnos por última vez y repasar lo que hicimos a lo largo del día, también lo que no hicimos y sus razones. Y al ir a dormir, nuestros hijos habrán superado un día más las presiones que nos condicionan a corto plazo y soñarán que pronto todo estará bien.
 


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